CLAUS Y LUCAS
AGOTA KRISTOF
POR JIMENA GONZÁLEZ LEBRERO
En un contexto de guerra, en un país ocupado por enemigos, los gemelos Claus y Lucas llegan con su madre a la casa de su abuela, una vivienda precaria cerca de la infranqueable frontera. Su madre los abandona, su abuela los llama «hijos de perra». La mugre, la podredumbre, el maltrato y la hostilidad abundan en el nuevo hogar; la abuela, conocida como La Bruja, apesta, nunca se baña ni se cambia la ropa, y los hará trabajar para recibir a cambio alimento y la posibilidad de dormir en un banco duro y frío dentro de la casa. No hay baño ni agua corriente; el invierno viene con nieve y hielo, y no hay guantes ni medias.
Claus y Lucas, editada por Libros del Asteroide, reúne una trilogía; la primera novela, El gran cuaderno, publicada por primera vez en 1986 luego de ser rechazada por varias editoriales, está narrada en primera persona del plural. Claus y Lucas son una misma voz, y juntos nos mostrarán el horror más grande de una guerra: el dolor humano en el interior de los hogares. Para aprender a tolerar el dolor físico harán el «ejercicio de endurecimiento del cuerpo»: se golpearán y pasarán largo tiempo desnudos y a la intemperie, y así poder dejar de sufrir físicamente. Harán también el «ejercicio de endurecimiento del espíritu»; no solo se insultarán del modo más cruel, sino que se repetirán las frases lindas que su madre antaño les decía, para que al final todo deje de tener efecto. El «ejercicio de ayuno» los ayudará a que el hambre no duela tanto. Las escuelas cierran y la amenaza de bombardeos no cesa nunca. Buscarán la desconexión física, psicológica y emocional para poder sobrevivir a tal hostil entorno.
A El gran cuaderno le siguen La prueba (1988) y La tercera mentira (1992), y leerlas de corrido es la mejor, o quizás la única, opción. La mejor porque es una trama continua, se leen como una unidad; la única porque una vez que se adentra en la primera parte de la historia, la obra de Kristof no se puede soltar. Pero no puedo contarles de qué tratan la segunda y la tercera parte sin revelarles el giro inesperado del final de la primera, el mayor responsable del irrefrenable deseo de seguir leyendo.
En esta extraordinaria trilogía, con una prosa austera y contundente, Kristof nos sitúa en un contexto de extremo sufrimiento, uno en el que el ser humano es capaz de llegar a niveles de suma perversión. Con ella nos adentramos en las vivencias reales de una guerra, el desquicie, la locura, el delirio, el insomnio y las más aterradoras pesadillas, el incesto y el abuso en todas sus formas. Claus y Lucas, dos niños buenos y malos, misericordiosos y crueles, autodidactas y autosuficientes, generaron en mí una compasión casi inexplicable. A pesar de ser vulnerados y maltratados por su familia, por la policía, por el ejército y por representantes de una iglesia corrompida, son capaces de ser resilientes. Una salvación fue la escritura para Kristof y lo será también para Claus y Lucas, quienes escribirán todo en unos cuadernos; ellos buscarán en el papel y en el lápiz una conexión con su realidad.
En una entrevista Kristof dijo: «En El gran cuaderno era mi infancia lo que quería describir, lo que yo vi junto a mi hermano Jeno. Es puramente biográfico». Agota Kristof, una escritora que no busca suavizar ni esconder, una narradora que nos abre la puerta a lo más oscuro de la humanidad. Agota Kristof, inigualable. Una sobreviviente.
«Llevo el miedo dentro desde la infancia». De lo más duro que leí. De lo mejor que leí.
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© 2024 Revista Literaria Type | ISSN 3020-1446